"Por medio de las historias y de los procedimientos fantásticos que
las producen, nosotros ayudamos a los niños a entrar en la realidad por la
ventana, en vez de hacerlo por la puerta. Es más divertido y por lo tanto más
útil".
Gianni Rodari
ADAPTACIÓN PERSONAL DEL CUENTO: EL HOMBRE DE LA PIEL DE OSO
Érase una vez, hace muchos,
muchos años, un reino de gran belleza que se extendía por un hermoso valle
lleno de flores y árboles que daban frutos exquisitos. Allí los campesinos
cultivaban la tierra con lo que les apetecía porque siempre salía algo rico. Había
también muchos animales de la granja que pastaban en verdes campos, ofreciendo
a los hombres su mejor leche, huevos y carnes.
Quienes gobernaban en este reino
de paz y armonía eran la Reina Marian y su, hijo, el príncipe William. Vivían
en un bonito castillo, justo encima de las colinas, y siempre estaba abierto a
toda la gente de la aldea para que pudiera disfrutar de las innumerables
fiestas que se celebraban en él. La reina Marian, era una reina buena y justa,
muy sabia y enseñaba a William todo lo que ella sabía ya que algún día William se
convertiría en el rey y tendría que tomar todas las decisiones para el bien de
su pueblo. William era un jovencito muy alegre y vivaz, le encantaba hablar con
la gente y siempre estaba jugando en la calle con sus amigos. Era también un
chico inteligente y de buen corazón y le encantaba ayudar a todo el mundo, por
eso todos le querían mucho... todos menos su tío, Wilfrid que vivía en el
castillo con William y su mamá. Wilfrid siempre había sido un envidioso, un hombre
de poca honradez que quería ser rey para malgastar el dinero, sin importarle
los demás. A William no le hacía nada de gracia que viviera allí en el castillo
pero como no tenía un sitio adonde ir y era el hermano del que fue el padre de
William, habían decidido acogerlo a pesar de su mal carácter.
El príncipe William y la Reina
Marian se querían mucho y eran muy felices, aunque echaban mucho de menos al
Rey, el papá de William, que había muerto hace muchos años a causa de una tempestad
en alta mar. Todo iba fenomenal hasta que un día la Reina Marian se puso muy
malita y nadie sabía cómo curarla. Fueron llamados a la corte curanderos,
chamanes, médicos para ver si alguno sabía cómo poder curar a la pobre reina,
que cada día estaba más débil. Un día llegó al castillo un anciano que pidió
ver a la Reina, diciendo que él podía encontrar una solución. William le
acompañó y el anciano, al ver a la reina afirmó:
"Joven Príncipe, tu madre es víctima de un maleficio y la única forma
para salvarla es encontrar una hierba muy especial, muy rara, que nadie jamás
ha visto, pero todos sabemos de su existencia. Se llama hierba de la luna.
Tienes que encontrarla, si quieres que tu querida madre se cure. Pon la silla a
tu fiel caballo y corre, apresúrate, busca por las montañas más altas por los
mares más profundos, pregunta a brujas, magos, ogros... estoy seguro de que la
encontrarás."
William abrazó a su madre
prometiéndole que habría vuelto con su cura pasara lo que pasara. Y así, armado
solo de su espada y su coraje, fue a por su querido caballo Blanquito y se fue
al galope. Su viaje fue a la vez complicado e increíble, el valiente William
tuvo que enfrentarse a todo tipo de dificultades: como le dijo el anciano tuvo
que buscar por el mar, por las montañas, luchó contra malvados, gigantes y
brujas malas que también querían encontrar la rara hierba de la luna. Nunca
perdió la esperanza y por fin lo consiguió: después de dos largos años de
búsqueda, William estaba de vuelta a su reino con la cura para su madre.
Entró corriendo al castillo pero
se encontró delante a su tío Wilfrid que le cerró el paso:
- ¡Ya no eres bienvenido aquí, jovencito!
- ¡Déjame pasar tío que quiero ver a mi madre!
- Verás a mi esposa, la reina cuando yo lo decida, jovencito... muchas cosas
han pasado en estos dos años, ¡hahaha! Ahora soy yo el Rey ¡hahahaha!
William estaba confundido y
enfurecido pero al mismo tiempo deseaba ver a su madre, asegurarse de que
seguía esperándole, y darle la cura que la habría salvado. No queriendo luchar
contra su tío, le dijo:
- Por favor, necesito ver a mi madre y darle esta hierba mágica que tanto
he buscado y que por fin, la hará estar bien.
- Vale, jovencito. Verás a tu madre, le darás esta pócima y te despedirás
para siempre de ella. Este ya no es tu castillo, jamás volverás y jamás serás
el rey de este reino. No quiero volver a ver tu cara por aquí y si te atreves a
desobedecerme será tu querida madre quien lo pagará... todavía tengo parte de
la poción que me hizo una bruja hace dos años... no tendré algún remordimiento
en hacerla enfermar otra vez.
- Tío Wilfrid, te prometo que si me dejas hablar con mi madre, jamás
volveré aquí hasta que tú estés viviendo en este reino. También te digo que tu
maldad acabará contigo algún día.
William pudo ver a su madre que
seguía en la cama sin poder moverse y casi ni podía hablar. Con un hilo de voz,
le contó que el tío Wilfrid, aprovechando de su debilidad, la había obligado a
casarse con él para convertirse en Rey: que ahora gobernaba como un déspota, y
que nadie le quería en el reino porque trataba mal a todos. William preparó la
hierba de la luna para la madre, que al tomarla, ya empezó a sentirse con más
fuerzas, y luego se tuvo que despedir de ella otra vez.
- Madre, en estos dos años lejos de mi casa, he luchado contra todo lo
que se ha interpuesto en mi camino, he aprendido muchas cosas y ya no le tengo
miedo a nada... solo me preocupa que te pase algo a ti, por eso me voy pero te
prometo que algún día volveré y todo volverá a ser bonito como antes. No
pierdas la esperanza y espérame.
La reina Marian estaba muy triste
pero confiaba tanto en su hijo y sabía que siendo un chico con un gran valor,
habría cumplido sin duda su promesa y algún día habría vuelto. Dejó a su
querido hijo la mitad de un pequeño corazón de plata para que William lo
llevara siempre al lado de su corazón, así como ella llevaría siempre la otra
mitad al lado de su corazón.
El joven y valiente William, se
fue otra vez con su Blanquito galopando a toda velocidad sin darse la vuelta,
galopó tan lejos hasta que ya no pudo ver su amado reino. Pero esta vez no
tenía rumbo alguno, no sabía qué hacer ni adonde ir, ya cansado se paró. Empezaba
a hacer frio y las primeras estrellas ya estaban en el cielo.
- Blanquito, mejor paremos aquí esta noche, cerca de esta cueva. Haré un
fuego y descansaremos un poco. Necesito pensar.
Y así William se quedó al lado
del fuego calentándose y pensando adonde habría podido ir al día siguiente. Se
le ocurrieron mil ideas, pero ninguna le parecía buena. En realidad, lo que más
quería en el mundo era volver a su casa, a su castillo, a su reino. Se puso muy
muy triste y una lágrima salió de sus ojos. De repente oyó una irritante vocecita
detrás de su espalda:
William se levantó en un segundo
y desenvainó su espada, atento y listo para lo que fuera.
- ¿Quien anda por ahí? Hazte ver si no quieres que te encuentre yo y te
dé tu merecido.
- Oh, no hace falta que te pongas tan nervioso principito, ya me presento,
soy un duendecito.
Y de la oscuridad apareció un
diminuto duende, feo de lo más feo con una nariz muy larga y las orejas
puntiagudas que se acercó al fuego para que William lo viera mejor.
- Oye principito, ¿no me tendrás miedo? Todos dicen que eres un gran
caballero.
- No, no te tengo miedo duende. ¿Qué
quieres de mí? Preguntó William, que sabía perfectamente que los duendes
pueden ser muy canallas y nunca se hacen ver sin motivo.
- De comer no quiero, porque veo que no tienes nada en el fuego ¡jijiji!
- Déjate de bromitas y dime qué haces aquí.
- Vale, vale, tranquilito, me sentaré a tu ladito y lo explicaré bien
clarito... ¡jijiji! Soy el duende Claus y hoy he tenido un día fantástico: he
encontrado tanto oro que lo guardaré juntito a mi enorme tesoro; además he
gastado unas cuantas bromas insolentes a unos inocentes... ¡jijiji! Pero para
acabar bien mi día necesito hacer alguna otra locura... más bien una travesura,
y cuando te he visto aquí sentado, triste, triste, se me ha ocurrido una idea
genial. Todos hablan de ti y se sabe lo que te ha pasado, eras príncipe y ahora
no eres nadie, tenías un castillo y un reino y ahora no sabes ni adonde ir... el
chico tan valiente ya no es tan sonriente... ¡jajaja! Es una historia
deprimente pero a mí me enciende la mente. Y he pensado: tampoco es para tanto,
el principito con su coraje puede sufrir otro largo viaje y si lo conseguirá su
recompensa tendrá.
- ¿Qué quieres decir duende? No te entiendo.
- Te propongo un trato, si haces lo que yo te digo... recuperarás tu reino,
tu castillo, a tu madre, toda tu vida de antes, te casarás, tendrás hijos y
serás un hombre feliz para siempre.
- Dime que tengo que hacer y lo haré.
- Espera, espera jovencito, quiero ver si de veras no eres un blandito.
Entra en esta cueva, allí hay un oso que despertaré ahora mismo. Estará
enfurecido ¡jejeje! Tienes que demostrarme que no le tienes miedo: entrarás, le
matarás y saldrás con su piel.
El duende Claus, rapidísimo entro
en la cueva y de repente se oyó un gruñido tan espantoso que le habría dado
miedo a cien hombres... pero William, fiero y seguro de sí mismo entró en la
cueva. Al cabo de un rato, salió con la piel del oso y le dijo a Claus:
- Aquí tienes tu piel de oso... y ahora dime cual es el trato.
- Bien, muy bien, ¡jejeje! Tendrás que dejar aquí tus bonitos vestidos de
príncipe y te vestirás con la piel del oso. Te olvidarás de quien eres, de tu
nombre, y a quien te lo pregunte le dirás que te llamas Piel de oso. Durante
los próximos 5 años, no podrás jamás quitarte esta piel, no te lavarás ni te
afeitarás, ni te cortarás el pelo, la barba o las uñas. Vivirás en el mismo
sitio como muchos siete días y luego tendrás que irte a otro lugar. Para que
puedas sobrevivir te daré este saquito, dentro hay un puñado de piedras que no
acaban nunca: todas la veces que tires las piedras al suelo, se trasformarán en
oro. Pasado los 5 años, te esperaré aquí y te devolveré lo que te he prometido
sin hacer daño a nadie… te estoy prometiendo la felicidad que no es poco,
¿verdad? Los duendes, aunque seamos un poco malotes a veces... jamás incumplimos
una promesa. ¿Qué me dices, Piel de osito?
- Y si no lo consigo, ¿qué me pasará?
- Que en mi sirviente te convertirás, y también me quedaré con tu castillo
que pintaré de amarillo. Respondió el duendecillo.
William se lo pensó un poco, todo
parecía una locura pero no dudaba en el poder que podían tener algunos de los
duendes ancianos y este lo parecía sin duda. En aquel momento William sintió
que no tenía nada que perder, pensó que ya había estado luchando contra mil
adversidades los últimos dos años, además que habría tenido dinero para comer o
comprar lo que le hiciera falta. Se dijo a sí mismo que 5 años pasarían
rápidamente y que la recompensa era lo que más quería en el mundo.
- Acepto el trato duende Claus.
- ¡¡Bien muy bien!! Me lo pasaré chachi piruli al observar tu sufrimiento
-sin que tú me veas - en los próximos 5 años ¡jejeje! Ponte tu nuevo vestido y
aquí tienes la bolsita con las piedras mágicas. Ah, una última cosa: no te dije
que este largo paseíto lo darás sin tu caballito. Ven Blanquito, ven con tu
duendecito.
- No me puedes quitar a Blanquito es un gran amigo para mi...
- Ah no digas nada más, necesito a la hermosa criatura para moverme… con
soltura. Además que estar cansado me deja muy estresado. Volverás a ver a tu
caballito dentro de tan sólo 5 añitos ¡jijiji!
El duende Claus, con un ágil salto subió en la silla de Blanquito y se fue, desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Así empezó la aventura de
William, que desde entonces se hizo llamar Piel de oso. Los primeros meses no
fueron tan malos. A la gente le extrañaba un poco que llevase siempre encima una
piel de oso, pero William seguía teniendo su cara bonita y sus modales tan
amables. Como podía crear oro todas las veces que lo necesitaba, comía lo
suficiente y regalaba lo que le parecía a los más necesitados, a los pobres.
Ayudaba a todos los que podía. Pero con el paso del tiempo el aspecto de
William empezó a cambiar: tanto andar de un sitio a otro, sin lavarse nunca,
con los pelos y la barba largos, las uñas fatal... en fin que cada vez más
tenía pinta de un loco guarrete, así que nadie se acercaba a él porque la gente
le tenía miedo. William se sentía cada vez más solo y avergonzado de su aspecto...
no quería asustar a nadie así que, poco a poco, decidió alejarse de la gente.
Dormía en la calle y apenas podía comprar comida, a veces ni le querían servir un
plato de comida a pesar de poder pagarla. Pero si algún inocente necesitaba algo
y él se enteraba, no dudaba ni un segundo y se lanzaba a ayudarle como fuera.
Una noche de verano, después de
cuatro años viviendo como un vagabundo, sin ser querido por nadie, se sentó al
lado de un establo, en un pequeño pueblo sin nombre. Tenía mucho calor y se
paró para admirar las estrellas y encontrar de nuevo fuerza y esperanza. Mientras
estaba recordando su antigua vida feliz oyó que alguien estaba llorando
desconsolado, a pocos metros de él, escondido detrás de un montón de heno. Se
puso a escuchar más atentamente, era un llanto de una chica y tanta
desesperación le tocó el corazón. Bien sabiendo que su aspecto la habría
asustado, intentó acercarse permaneciendo en la sombra y con voz suave le dijo:
- Por favor, no te asustes, no quiero hacerte daño, soy un buen hombre y
sólo te quiero ayudar. ¿Estás bien?
La chica paró de llorar algunos
segundos y entre lágrimas dijo: "Es
inútil, nadie me puede ayudar".
William contestó: "Jamás hay que perder la esperanza, no te
desanimes por cuanto grande sea tu problema estoy seguro de que habrá una
solución. Me voy a acercar lentamente a ti, no te asustes porque... la verdad
es que no estoy en mi mejor momento, soy un poco feo a simple vista y llevo
puesto un vestido horroroso. Tú me contarás tranquilamente lo que te pasa e
intentaremos solucionarlo, ya verás."
La chica tenía un poco de miedo,
aquel señor era un forastero, pero su voz le parecía dulce y él amable. Y como
también se había pasado todo el día allí llorando, sin consuelo ni solución a
sus problemas, sin darse cuenta empezó a hablar y a contar lo que le pasaba.
- Yo vivía con mi padre en una casita sin lujos pero no nos faltaba de nada.
Mi papá es un carpintero muy bueno y un noble muy conocido le encargó muchos
trabajos, que mi padre le fue entregando perfectos a la fecha establecida. Pero
este señor no le daba el dinero que habían pactado, diciendo que hasta cuando
no tuviera la última pieza no habría pagado. Mientras tanto, en casa teníamos
cada vez menos dinero pero aguantábamos con los productos de nuestros
animalitos de la granja o del huerto, aunque la situación fuera cada vez más difícil.
A mi padre le faltaba una pieza para acabar todo su trabajo, y ser así pagado,
pero era una pieza muy especial que requería una madera muy cara, que estaba a
punto de llegar de un país lejano. Desafortunadamente la madera iba en un barco
y se hundió durante una tormenta. El noble dijo a mi padre que era su culpa,
que tenía que pagarle la madera para que pudiera encargar otra, que mi padre
era un estafador... Nosotros ya no teníamos nada de dinero... un día vinieron a
por mi padre y, sin más le dijeron que los ladrones se merecen la prisión. Se
lo llevaron sin escuchar sus razones y me dijeron que se quedaría en la cárcel
hasta que yo pagara por su libertad. Al día siguiente vino a mi casa el noble
con otros hombres, dijo que nuestra casa le pertenecía por derecho como
compensación por el último trabajo que mi padre no le había entregado. Me dijo
que si me quería quedar allí habría tenido que pagarle 5 monedas de oro todos
los meses durante los próximos 10 años. Yo me puse a llorar, dije que no
podía... así que me sacaron de mi casa y me echaron a la calle. Y aquí estoy,
llevo casi una semana viviendo así, intentando buscar cualquier trabajo y
escondida por las noches por miedo a que alguien me pueda hacer daño.
William ya se había sentado, casi
al lado de la chica, aunque no demasiado cerca y ella casi ni se había
enterado. Entonces él le dijo:
- Siento mucho que hayas tenido que sufrir tantas injusticias, no os lo merecéis
ni tú ni tu padre. Por lo que me cuentas es algo que se puede resolver con
dinero y yo, tengo mucho. Te daré todo lo que te hace falta para que tú y tu
padre recuperéis vuestro hogar.
La chica levantó la mirada y
observo aquel señor... pensó que estaba muy sucio y olía fatal, tenía un
aspecto horroroso, pero se fijo sólo en sus ojos celestes que parecían ojos
honestos y buenos...
- Si es cierto que me vas a dar tanto dinero, seguro que querrás algo a
cambio. ¿Qué quieres?
- Yo también perdí mi casa y mi familia, sé lo que estás sintiendo. Como te
he dicho poseo mucho dinero, el dinero no me importa, te puedo dar todo el que
te haga falta y a cambio te pido sólo que seas feliz con tu vida, tu padre, con
quien quieras sin perder jamás la esperanza. Las cosas pueden cambiar y mañana
mismo te lo demostraré. Dime solo cómo te llamas.
- Me llamo Leonor, ¿y tú?
- Ahora mi nombre es Piel de oso.
No volvieron a hablar aquella
noche, descansaron y a la mañana siguiente se fueron a la prisión. Gracias a las
piedras del duende, sacaron oro para pagar la libertad del padre de Leonor y
luego se fueron a ver al noble. William pagó la casa de Leonor y de su padre,
para que la cuestión se quedara zanjada pero amenazó al noble para que le diera
el dinero que se merecía el padre del Leonor por los trabajos que ya le había
entregado. El noble, sin duda un deshonesto pero también un miedica sin valor,
al ver a Piel de oso se asustó pensando que un hombre así seguro que sería un
gran cazador. No quería enfrentarse a él y pagó sus deudas al carpintero.
Volvieron a la casita todos
felices y el padre de Leonor, invitó a Piel de Oso a quedarse con ellos todo el
tiempo que quisiera. William ayudó en las tareas de la casa y en lo que podía,
siempre era amable y al final Leonor acabó enamorándose de él, que guapo no era
desde luego con aquella piel puesta que jamás se quitaba, pero se veía que
tenía un gran corazón. Se lo confesó al padre y lo entendió perfectamente así
que dijo a William:
- Piel de oso, nos has devuelto la vida. La única forma de agradecértelo
es haciéndote el regalo más grande y preciado que yo tengo. ¿Quieres que mi
hija Leonor sea tu esposa?
-Si Leonor quiere ser mi esposa y si es capaz de esperarme hasta que yo
vuelva, me haría muy feliz pasar con ella el resto de mi vida. Pero ahora me tengo
que marchar no puedo deciros nada más, volveré dentro de un año y si todavía
Leonor me quiere, nos casaremos.
Antes de irse dejó a Leonor la
mitad del corazón que la Reina Marian le dejó al despedirse de él cuatros años
atrás. Piel de oso se fue a otro lugar y luego a otro y a otro, siempre
intentando ser amable con quien se cruzaba en su camino, a veces la gente le
rechazaba, otras le ofendía, pero ahora tenía otra esperanza más que aliviaba
sus días de vagabundo: pensaba mucho en Leonor y en casarse con ella. Pasó otro
año y así llegó el día en el que se tenía que encontrar en el bosque, en la
entrada de la cueva, con Claus, el duende travieso. Piel de oso estaba
nervioso, pero deseoso de ver al duende y también a su Blanquito.
Como los duendes se dejan ver solo
por la noche, Piel de oso encendió un fuego y se puso a esperar en silencio,
hasta que notó algo desde lejos, se estaba acercando y finalmente pudo distinguir
que era el ruido de las pezuñas de un caballo. ¡Era su Blanquito! Apareció solo
y se puso muy contento cuando vio a su amo: se dieron besos y abrazos... pero,
pero, ¿dónde se había metido el duende Claus?
- Claus, Claus, ¿Dónde estás? - Llamó fuerte y alto Piel de oso, pero
nadie contestó, llamó otra vez y añadió: Duende
impostor si no apareces dedicaré el resto de mi vida a buscarte para acabar
contigo.
- Uh, tranquilo, tranquilo osito...ya voy despacito ¡jejeje! Sabes que me
gusta gastar bromas. Aquí estoy como prometí hace solo... 5 añitos. Me lo he
pasado fenomenal contigo, mirándote sin que tú te dieras cuenta, viendo como
las cosas te iban de mal en peor ¡jijiji! Te he traído un espejo para que veas
tu distinguido aspecto... así nos echaremos una carcajada juntos.
- Duende, me he pasado 5 años luchando para conseguir lo que más quería en
el mundo, ahora es el momento de que cumplas con tu palabra.
- Y lo haré como he prometido, mi querido amigo. Un trato es un trato. Aquí
tienes a tu Blanquito que te llevará a tu reino, ve hasta dentro de tu
castillo, tu madre te abrirá la puerta sin dudarlo. De tu tío ya me he
encargado yo ¡jijiji! Después de lo que ha hecho en estos años se merecía estar
con los rebaños pero al final con un troco de magia lo he convertido en un
animalito. Ya verás. Devuélveme mi bolsita con las piedras, total a ti no te
importa el oro pero a mí me encanta. Ha sido un gusto tratar con un hombre
justo... adiós principito ya vuelves a ser William.
El duende Claus sacó un polvito
de colores de su bolsillo y lo hecho encima de William: la piel de oso
desapareció y tenía puestos sus antiguos vestidos. William seguía teniendo pelo
y barba sucios y largos, las uñas peor todavía... pero sonrió pensando en el
duende travieso que quería que se presentara en el castillo con aquellas
pintas. Montó a Blanquito y galopó sin parar hasta la puerta de su castillo. Su
madre Marian, abrió en seguida casi como si supiera que estaba volviendo a casa
su amado hijo, después de 5 interminables años. William le contó todo lo que le
había pasado y así también su madre, que no había dejado ni un momento de
pensar en él. Y supo también que el tío Wilfrid, de repente, después de haberse
tomado una copa de vino, de improviso se convirtió en un gordo cerdo negro como
la noche y que ahora estaba viviendo en la pocilga con los otros cerdos...
William se tuvo que bañar tres
veces antes de quedarse limpio y le tuvieron que cortar las uñas con las
tijeras que usaban para las pezuñas de Blanquito; se cortó el pelo, se afeitó y
por fin volvió a ser el Príncipe William. Todos los habitantes de la aldea le
acogieron con gran entusiasmo, estaban súper contentos de que hubiera vuelto, y
no paraban de abrazar a su príncipe. William, delante de todos sus súbditos,
anunció que dentro de tres meses se organizaría una gran fiesta dentro del
castillo para celebrar su vuelta y su boda.
Después le pidió a su madre la
otra mitad del corazón de plata y se fue a buscar a Leonor, que vivía un poco
lejos... en otro reino. Menos mal que esta vez no iba andando sino con
Blanquito. Cuando llegó a la casa de Leonor, la encontró en el jardín mientras
estaba plantando flores. Se le acercó y, sin hablar, le enseño la otra mitad
del corazón: Leonor sacó de un bolsillo la otra mitad que aquel joven con pinta
de loco le había dejado un año antes. Pusieron juntas las dos partes formando
un corazón. Los dos, emocionados se fundieron en un cálido abrazo. Luego
William habló:
- Leonor, mi nombre es William, soy un Príncipe de un reino lejano donde
mi gente vive en paz y armonía. Te he querido desde el primer momento en que te
conocí y prometo quererte para siempre. Me haría muy feliz si quisieras ser mi
Princesa. ¿Quieres casarte conmigo?"
- William, me enamoré de ti a pesar de tu aspecto, por tu buen corazón, tu
dulzura y tu valentía y tengo que decir ahora que además eres muy guapo. Así
que mi respuesta es SÍ, quiero casarme contigo y ser tu Princesa.
William y Leonor, fueron a vivir
al castillo de William, hicieron una gran fiesta el día de su boda, y muchas
más en los años siguientes; tuvieron muchos hijos y fueron felices para el
resto de sus vidas. De vez en cuanto en el castillo... alguien gasta alguna
bromita pesadita... pero nosotros sabemos de quien se trata, ¿verdad?
Y colorín colorado este cuento se
ha acabado.
ANÁLISIS DE LA ADAPTACIÓN DEL CUENTO
En mi adaptación del cuento " El hombre de la piel de oso", he
tenido en cuenta la edad de los receptores, y del momento evolutivo en el cual
se encuentran. Teniendo en cuenta la teoría de Piaget, en la etapa de 5-7 años
los niños se situarían dentro de la etapa de pensamiento intuitivo, en la cual
empiezan a interiorizar sus conocimientos mediante imágenes mentales pero,
estas representaciones mentales, no estarían coordinadas entre sí. El niño es
capaz de mostrar su pensamiento lógico frente a varios objetos físicos y puede
retener mentalmente más de una variable a la hora de estudiar las diferentes
características de los objetos. Durante este periodo el niño empieza a
sustituir las experiencias concretas y las acciones por su representación
simbólica, por lo tanto la intuición es un pensamiento que se efectúa por
imágenes, de manera más profunda respecto a la etapa del pensamiento pre-conceptual.
Por esta razón su vida imaginativa es rica, abundante y le ayuda a entender
mejor la realidad y es la mejor edad para que puedan disfrutar de los cuentos
folclóricos. Si tuviera por decantarme por un curso de educación infantil en el
cual leer este cuento, dentro de la horquilla 5-7, sería sin duda 3º, con niños
entre 5 y 6 años.
En estas edades los niños están más interesados en los acontecimientos que
en las relaciones temporales o causales que les unen. Se centran en las
descripciones de los hechos más que en las explicaciones de las causas. Y
apreciamos esta tendencia también en el cuento popular, donde las relaciones
causales no se explican de forma explícita, aunque las relaciones entre la
motivación y las acciones que mueven el relato pueden ser vistas como una
relación entre causa y efecto.
Por otro lado, durante estos años el niño está todavía centrado principalmente
en sí mismo así que concibe el mundo exterior como si fuera la continuidad de
sus deseos o necesidades. Si nos fijamos es lo mismo que pasa en estos cuentos:
el héroe de los cuentos populares es el centro donde confluyen todas las
coordenadas del relato de la misma manera que el niño se encuentra situado en
el centro de su entorno vital (Poveda, A. 2005, p. 4).
Otra característica fundamental de los cuentos folclóricos es que el niño
no se identifica con el protagonista, principalmente por una diferencia de
edad, pero el protagonista representa al héroe de la historia, por lo tanto los
niños miran hacia él con admiración, con el deseo de parecerse a él cuando sean
mayores.
Como era común en la literatura folclórica, la moraleja no aparece de modo
explícito en el relato, más bien podemos encontrar varias enseñanzas morales,
que si se considera oportuno, podrían ser aplicadas a la realidad de los niños,
trabajadas mediante otras actividades complementarias. Pero sin duda, lo más
bonito de esos tipos de cuentos es que los oyentes, en ese caso niños,
disfruten del relato y abran su mente a la fantasía, la emoción, la
imaginación. Simplemente tenemos que crear las condiciones y el momento para
que lo niños se presten a la escucha y que, desde allí, ellos mismos encuentren
sus respuestas, den sus interpretaciones, proyecten imágenes en su mente y
vivan la magia.
Después de haber estudiado el Paradigma de Propp, en la adaptación del
cuento original, he intentado mantener los tres aspectos fundamentales que
caracterizan los cuentos maravillosos: los papeles, las acciones principales
que constituyen el planteamiento inicial, el nudo y el desenlace, y las
funciones que se producen por el significado de las acciones. Según las
indicaciones de Propp (Morfología del Cuento, pp. 37- 74), entre las funciones
que aparecen en mi versión podemos encontrar las siguientes:
- Uno de los miembros de la familia se aleja. El Príncipe William tuvo que
partir para un largo viaje para buscar la cura a la enfermedad de su madre, la Reina.
- Recae sobre el protagonista una prohibición. Una vez que William vuelve a
su hogar, su tío Wilfrid le prohíbe volver al castillo.
- El agresor daña a uno de los miembros de la familia: es el Tío Wilfrid el
que admite tener una poción para hacer enfermar a la Reina, de esa forma tiene amenazado
a William.
- Uno de los miembros de la familia tiene ganas de poseer algo. El tío
Wilfrid, envidioso, quiere lo que ha tenido su hermano fallecido: su castillo,
su reino, su poder e incluso a su esposa.
- El héroe se va de su casa. No es el mismo que el alejamiento inicial, se
trata en este caso del héroe-buscador: William es obligado a irse de su casa
pero va a tener un diferente camino, se va a desarrollar una diferente acción.
En este punto entra en el cuento un nuevo personaje "el donante" o
"proveedor", que el héroe encuentra en el bosque. William, nuestro héroe
recibe del donante un medio mágico que le permitirá en cierto modo, paliar el
daño que va a sufrir.
- El héroe sufre una prueba antes de recibir el objeto mágico. William
tiene que matar al oso y salir de la cueva con su piel para demonstrar su
coraje.
- El héroe reacciona ante las acciones del donante: William supera la
prueba.
- El héroe obtiene el objeto mágico. William tendrá el saquito de piedras
que se transforman en oro todas las veces que él lo desee, y esto representa
una pequeña ayuda en contraposición a las penurias que pasará.
- Se propone al héroe una tarea muy difícil. El duende propone a William un
trato: si es capaz de vivir 5 años de lugar en lugar, sin desvelar su verdadera
identidad, sin quitarse la piel de oso de encima, sin lavarse ni afeitarse, ni
cortarse pelo o uñas, recuperará su anterior vida. Si falla, será el duende
avaricioso quien lo poseerá todo, incluido al joven mismo.
- La tarea es realizada: a pesar de las grandes dificultades, William
consigue llevar a cabo su empresa.
- El héroe es reconocido: se le quita la piel del oso y puede volver a ser
él mismo.
- El malo es castigado. El mismo duende transforma al malvado tío William
en un cerdo.
- El héroe recibe una nueva apariencia. William recupera su apariencia y
puede volver a buscar a su gran amor y desvelarle quien es verdaderamente.
- El héroe se casa y asciende al trono. William se casa, vuelve a estar con
su madre que quiere mucho, a gobernar su reino, a vivir en su castillo. Es un
final feliz.
Por lo que afecta a los cambios o a los elementos que he mantenido respecto
a la versión original, lo explicaré a continuación:
- Los personajes de mi cuento tienen nombres propios para que los niños los puedan identificar con facilidad y se acerquen a ellos.
- El protagonista del cuento original es un chico pobre, mi protagonista es
un príncipe.
- El protagonista no tiene hermanos y vive solo con su madre, ha perdido a
su padre y aunque, quiera mucho a la madre, le echa de menos. No es la típica
familia con todos sus miembros clásicos para los tiempos en los cuales se
desarrolla la historia.
- En el cuento original el protagonista tiene que dejar su casa porque es
muy pobre y no hay de comer para él. En mi cuento William deja su casa para
ayudar a su madre, y este elemento me parecía más adecuado para ir definiendo
las características de William desde el principio: un chico generoso,
altruista, valiente que se esmera para ayudar a quien quiere.
- En el cuento original el chico va a la guerra durante muchos años. En el
cuento adaptado he omitido la guerra, un argumento menos indicado para niños
pequeños ya que en la guerra las personas se matan entre sí. Me pareció más
apropiado que el héroe se fuera para concluir una misión
"humanitaria", para salvar a alguien.
- Cuando regresa el protagonista por primera vez, el chico se encuentra sin
padres y con unos hermanos que ya no lo quieren viviendo allí. En el cuento
adaptado, el tío del protagonista lo echa porque se ha apoderado de todo lo que
era suyo con el engaño. Debido a la edad de los niños, he pensado que sería
mejor tener la imagen de un tío malo, en vez de unos hermanos, ya que los
niños, por lo general, ven en sus hermanos mayores como figuras de apoyo o de ayuda
que ellos imitan habitualmente.
- El chico del cuento original se va sólo; William se va con su caballo,
Blanquito, un animal que suele gustar mucho a los niños y que representa un
"compañero" para el príncipe.
- En el cuento original el protagonista demuestra su desesperación pensando
en quitarse la vida, un tema delicado para ser mencionado con niños de
educación infantil, que de todas formas no entenderían. William manifiesta su
tristeza y está desconsolado, llegando a llorar un poco, demostrando que
también los valientes necesitan sacar sus emociones y llorar si hace falta.
- El encuentro del chico con el demonio se desarrolla en una tierra de
apariencia árida, debajo del único árbol presente. El encuentro del príncipe
con el duende se desarrolla en el bosque, lugar que los duendes conocen muy
bien porque allí suelen esconderse o vivir sin ser vistos por los hombres.
- El chico tiene un encuentro con el demonio, una figura difícil de
entender para los niños, además que está muy relacionada con la idea del mal
supremo, concepto que les viene muy grande. He optado por introducir la figura
del duende, que sí puede dar miedo por su aspecto, pero tiene también un toque
simpático por sus travesuras.
- El Duende habla de una forma simpática que puede divertir a los niños,
mientras que el demonio no es simpático para nada.
- La prueba del cuento original durará 7 años, en el cuento adaptado 5
años, es una diferencia de poca importancia.
- La recompensa final varía: al chico se le promete ser rico, porque
solucionaría su existencia para siempre. El príncipe no necesita dinero, se le
promete todo lo que ha perdido: el cariño de su madre, su castillo, su reino,
su antigua posición porque es lo que más desea, lo que le hace falta para ser
verdaderamente feliz.
- Si los dos protagonistas no consiguen cumplir lo que han pactado, habrá
consecuencias distintas para cada uno: el chico le tendrá que dar su alma al
diablo, mientras que el príncipe será el sirviente del duende que ganará
también el castillo. El concepto de alma no podría ser entendido por niños tan
pequeños, así que he pensado en algo más simple.
- He eliminado los aspectos relacionados con lo religioso ya que me pareció
fuera de lugar para los niños de infantil, sobre todo considerando que no
sabemos todavía qué tipo de creencias tienen los niños (ni sus familias), ante
qué tipo de alumnos nos encontramos.
- El demonio le proporciona un vestido del que
sacar monedas, el duende un saquito donde unas piedras se transformarán en oro
todas las veces que se tiran al suelo. Un detalle más en línea con la figura
del duende que no viste bien, pero que tiene muchos sitios donde esconder sus
tesoros.
- El chico del cuento original se preocupa inmediatamente por su futuro, comprándose
una casita y acumulando monedas. El príncipe no está interesado en el oro,
aunque habría podido tirar las piedras y esconder el oro, pero en este punto he
querido quitarle importancia a propósito, ya que la prioridad del príncipe no
es hacerse más rico, ya le basta con lo que tiene y no es avaricioso.
- El chico del cuento ayuda a un hombre arruinado con tres hijas. William
ayuda a una chica sola y desesperada porque su padre está en prisión y le han
quitado la casa injustamente. Me ha gustado aquí la idea caballeresca del chico
que ayuda a la chica en dificultad, porque creo que es una imagen bonita con la
cual los niños están familiarizados.
- En el cuento adaptado, Leonor vive con su padre y no tiene hermanas. He
querido a propósito evitar el contravalor de la envidia entre hermanas.
- Leonor se enamora de William de forma espontánea y nadie la obliga a
casarse con él, es ella quien toma su decisión y habla con su padre. En el
cuento original la decisión inicial de "ofrecer" a una hija como
esposa del chico, la toma el padre. Este cambio lo he hecho pensando más en
nuestros tiempos modernos donde cada persona adulta decide libremente quién
será su pareja. Además que a niños que todavía no conocen nuestra historia
pasada, les resultaría complicado entender como un padre decide con quien tiene
que casarse su hija, sin ni siquiera preguntárselo.
- Cuando el protagonista del cuento original vuelve a encontrarse con el
demonio, este último está bastante enfadado, mientras que el duende llega
alegre como siempre. Ambos han perdido sus apuestas pero reaccionan de forma
diferente, aun así ambos cumplen con su palabra.
- Las recompensas por haber cumplido el trato, son diferentes: una está
ligada a lo material (hacerse rico), otra vinculada a valores como la familia, el
afecto, el hogar.
- En el cuento original cuando el chico vuelve a buscar a su prometida, una
de sus hermanas se suicida por haber perdido la posibilidad de casarse con un
chico rico y apuesto, la mata la envidia. El tema del suicidio no debe ser
tratado con niños y por esta razón lo he eliminado.
- En el cuento adaptado hay un castigo para el tío Wilfrid que se
transforma misteriosamente en cerdo, una anécdota que puede resultar graciosa
para los niños. Además que para ellos es familiar la idea del castigo si
alguien se porta mal. En el cuento original el demonio en el fondo sale ganando
otra alma y, a pesar de no haber mencionado el concepto de demonio o alma, creo
que no es un mensaje positivo para los niños que el "malo" gane algo,
sea lo que sea.
ELEMENTOS NO CAMBIADOS:
- A pesar de los orígenes distintos de los protagonistas, ambos tienen un
destino común: alejarse de su casa y enfrentarse al mundo, solos.
- En ambos protagonistas se aprecia su crecimiento personal durante el
tiempo que han transcurrido lejos de casa, haciéndose mayores.
- Los dos chicos tendrán que abandonar su hogar contra su voluntad y ambos
no saben adónde ir, ni qué hacer con sus vidas.
- Ambos pasan por momentos de gran tristeza, siendo indiferente el hecho de
que sean ricos o pobres, manifiestan que perder a la familia es una gran
pérdida para todos.
- Ambos tienen un encuentro con un personaje mágico o sobre-natural que les
pone a prueba para que demuestren su coraje. No he cambiado la prueba, de matar
al oso, ya que los niños de esta edad están familiarizados con la idea de matar
a los animales feroces.
- A ambos protagonistas se les propone un trato que prácticamente tiene las
mismas condiciones en ambos cuentos.
- Ambos viven las mismas dificultades y pasan por momentos muy duros a pesar
de demostrarse siempre disponibles, amables y generosos con cualquier persona
que lo necesitara. Son personajes heroicos porque son generosos a pesar de
todo, no pierden la esperanza y siguen luchando para llegar a su objetivo
final.
- Ambos experimentan el rechazo por parte de otras personas y la
marginación pero no sienten odio hacia los que les marginan.
- Los dos protagonistas ayudan a personas que han sufrido injusticias y
gracias a su buen corazón llegan a ser aceptados a pesar de su aspecto físico e
incluso unas chicas se enamoran de ellos por su forma de ser, no por su
apariencia.
- Los protagonistas ganan a los que les pusieron a prueba, salen
victoriosos y tendrán su merecida recompensa, serán felices.
Finalmente he contado el cuento a mi hija de 4 años y medio, y le ha encantado: he podido notar en sus expresiones faciales la tensión, la pena, la curiosidad, la alegría. Ha sido sin duda una experiencia muy gratificante.
Bibliografía:
- Apuntes de la asignatura de Literatura Infantil.
- Propp, V. (1928): Morfología del cuento. Editorial Fundamentos.
- Poveda, J.A. (2005): El valor educativo de los cuentos populares. V
Congreso Internacional Virtual de Educación. 7-27 febrero 2005.
- Piaget, J. (1955): Psicología de la Inteligencia. Buenos Aires: Editorial
Psique.
Elisa, has realizado una buena adaptación del cuento de Piel de oso, has quitado el diablo y lo has sustituido por el duende que es un personaje que le gusta mucho a los niños.Has adaptado un cuento que no era de princesas a uno que si lo es, has hecho un buen trabajo respecto a eso. La forma en la que has introducido el personaje maligno del tío del príncipe y cómo es desterrado de su reino me ha sorprendido mucho como lo has enlazado muy bien con la aparición del duende. Has sabido dejar muy claro las principales partes del cuento inicial, que son las de un personaje que debe vestir la piel de oso y pasar unas penurias durante unos años, en este caso es el príncipe, el cual va ayudando a las personas que lo necesitan, gracias al oro que le da el duende, también has dejado a la chica de la que se enamora, y que posteriormente se casa con ella.
ResponderEliminarPero he visto algunos fallos gramaticales, concretamente en unos verbos, que yo creo que te has equivocado debido a que el español no es tu lengua materna. A continuación te digo cuales y creo que quedará mejor si realizas los cambios que te sugiero:
En la oración: "William abrazó a su madre prometiéndole que habría vuelto con su cura pasara lo que pasara." Yo aquí en vez de "habría vuelto" pondría "volvería"
En la oración: "William estaba confundido y enfurecido pero al mismo tiempo deseaba ver a su madre.... y darle la cura que la habría salvado." Yo pondría en vez de "habría salvado" pondría "que la salvaría".
En la oración: "Y así William se quedó al lado del fuego calentándose y pensando adonde habría podido ir al día siguiente". Yo donde pones "habría podido ir" pondría "adonde podría ir".
En definitiva has hecho un buen trabajo, me ha gustado mucho tu cuento el cual me lo guardaré para contarlo en mi futura clase.
Muy bien anotado, Rut.
EliminarElisa, has realizado un trabajo maravilloso a mi parecer. No solo en cuento al cuento que has adaptado sino en cuento al análisis también, que es lo que nos da las claves de si podemos utilizarlo en nuestras aulas.
ResponderEliminarEl análisis es completísimo, te detienes en cada detalle y lo argumentas con claridad por lo que resulta de gran utilidad.
Muchas gracias por tu trabajo, como dice Rut, yo también me lo guardaré...
Perdón, dos veces he escrito en cuento cuando quería decir en cuanto....
EliminarMuy bien, Gema.
EliminarUna entrada perfecta, Elisa. Creo que has extendido demasiado el planteamiento -sobre todo por los diálogos- , pero entiendo también que, narrado, será más ágil y no distraerá demasiado de la historia principal (que es el viaje iniciático).
ResponderEliminarMe alegra que se lo hayas contado a tu hija y que le haya gustado.
Me ha gustado que hicieras un guiño a Rodari en la entrada de tu actividad. Decirte que a mi me ha parecido también bastante frondoso pero si has conseguido envolverme en la trama. Has mantenido la estructura de los cuentos folclóricos y has hecho una adaptación muy descriptiva de todos los detalles. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
Xan.